11.1.05

Carta de Samarkanda

Sufumu, cuando volvió a estar con ella del 29 al 9 de enero, a parte de la lista con las respuestas de vuestros comentarios, también trajo esta carta de Valladolid. Dios mío como la llegamos a echar de menos. Qué hermosa y linda es...

Como Jaira os ha contado, estas Navidades han sido distintas. Una vez más fue el destino o no sé quién se cruzó en nuestro camino… Después de estar cuatro años sin poner el belén, este año para dar un poco de ilusión a una niña que necesitaba un impulso para estar más animada y hacerla sentir lo que era poner el belén, habíamos ido al campo a por musgo. Íbamos a poner agua corriente y todo se vino abajo. Ya os han contado como fue el día de Nochebuena.

El día de Navidad yo estaba especialmente triste y no quería que los que estaban conmigo me vieran así. A las ocho de la mañana con una excusa me perdí por las calles de Valladolid. Tenía ganas de llorar, rabia contenida por todo, no sabía por donde tirar. Me perdí. No había nadie por la calle. Mejor así no me podían ver. Fui a dar al río. Aquel río y aquellos jardines y rosales que yo recordaba cuando estuve en el colegio hace cincuenta años y estaba todo igual. Sólo faltaba aquel mendigo, que cuando iba con mi madre un día, nos pidió limosna y qué le íbamos a dar si no teníamos nada. Así que compartimos bocadillo con él.

Iba pensando en esto y me paré. Había empezado a nevar. Era algo especial. Estaba sola sin nadie alrededor. Ni personas, ni coches. Quería llorar pero como en otras ocasiones era imposible... Pensé, Samarcanda tira palante que no pasa nada, que ya verás como no pasa nada. Empecé a andar otra vez. A lo lejos vi un coche de policía, apreté el paso, pero se metió por una calle y lo perdí. En un semáforo había un joven y le pregunté que dónde estaba el hospital. Se quedó parado, me miró y me preguntó si me encontraba mal. Le dije que no, pero que tenía a mi hermano allí muy mal y me había perdido. Me dijo que no me preocupara que él me acompañaría. Estuvimos hablando todo el camino de nuestras cosas. Las que le estaban pasando a él. Casi cuando llegábamos me dijo… tú eres la persona que necesita mi madre. Pobre de mi si no puedo ayudarme ni a mi misma. ¿Tú crees en los ángeles? Me preguntó. Porqué los ángeles existen y cuando te vi pensaba que eras uno. Yo también creo que hay muchos a nuestro lado y sólo tenemos que saber encontrarlos y te he encontrado. Yo había pensado lo mismo. Después de hablar y escucharle me sentía mejor. A las puertas del hospital me dijo si yo querría ir un día a ver a su madre. Su padre había muerto y a ella la habían operado de cáncer. Su estado de ánimo estaba muy bajo y no podía hacer nada para animarla. Me había visto que luchaba contra viento y marea y en las horas que no se puede visitar a mi hermano podría pasar algún ratillo con ella. Habían pasado dos horas y media. Mi hermana me esperaba preocupada en la puerta del hospital.

Tengo que decir que el joven vino unos días después a verme. Estaba esperando en la puerta de cuidados intensivos. Me dio mucha alegría. Me dio sus señas y su teléfono y también me dijo que su madre llevaba unos días un poquito mejor.

Por la noche cuando salí del hospital había como una cortina. Estaba empezando a nevar copos grande. Parecía que los ángeles estaban moviendo sus alas y los copos fueran plumas. También pensé son lágrimas hechas de nieve. Qué bonito era ver nevar después de tantos años. La nieve me hizo creer en la esperanza. Con el cariño de mis hijas, mi hermana y alguien más parecía que las cosas estaban un poquito mejor.

Me quedé sola el 26. Tenían que volver a sus trabajos. Yo estaré aquí hasta que él salga adelante. Pasearé por estas calles. Miraré cada día las cigüeñas que están a montones en el tejado de la catedral. Es una maravilla poderlas ver y oír el ruido de sus picos sobre todo por la noche. También me imaginaré lo que han visto y oído estas piedras tan antiguas y oler a cocina de leña. En fin que a pesar de todas las cosas que están pasando también hay cosas bonitas y bellas aunque lo que estamos pasando no lo sean.


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